Glucagón:
El glucagón, fabricado por las células de los islotes (células alfa) en el páncreas, controla la producción de glucosa y otro combustible, las cetonas, en el hígado.
El glucagón se libera durante la noche y entre las comidas y es importante para mantener el equilibrio entre el azúcar del cuerpo y el combustible. Le indica al hígado que descomponga sus depósitos de almidón o glucógeno y ayuda a formar nuevas unidades de glucosa y cuerpos cetónicos desde otras sustancias. También promueve la descomposición de la grasa en las células grasas.
En contraste, después de una comida, cuando el azúcar de la comida ingerida corre dentro de la corriente sanguínea, el hígado no necesita fabricar azúcar. ¿Consecuencia? Caen los niveles de glucagón.
Desafortunadamente, en los individuos con diabetes, ocurre lo contrario. Mientras comen, se elevan sus niveles de glucagón, lo que hace que los niveles de azúcar en sangre se eleven después de la comida.
CON LA DIABETES, LOS NIVELES DE GLUCAGÓN SON DEMASIADO ALTOS DURANTE LA HORA DE LA COMIDA
GLP-1 (péptido similar al glucagón tipo 1), GIP (polipéptido insulinotrópico dependiente de la glucosa) y amilina:
El GLP-1 (péptido similar al glucagón tipo 1), el GIP (polipéptido insulinotrópico dependiente de la glucosa) y la amilina son otras hormonas que también regulan la insulina a la hora de las comidas. El GLP-1 y el GIP son hormonas incretinas. Cuando las libera el tracto gastrointestinal, le indican a las células beta que incrementen la secreción de insulina, y al mismo tiempo, que disminuyan la liberación de glucagón de las células alfa. El GLP-1 también desacelera la velocidad a la que se vacía la comida del estómago, y actúa sobre el cerebro para hacerlo sentir lleno y satisfecho.
Amilina:
La amilina se libera junto con la insulina desde las células beta. Tiene prácticamente el mismo efecto que el GLP-1. Disminuye los niveles de glucagón, desacelera la velocidad a la que se vacía la comida del estómago, y hace que el cerebro sienta que comió una comida que lo llenó y satisfizo. Una caída en el glucagón disminuye la producción de glucosa del hígado.
El efecto total de estas hormonas es reducir la producción de azúcar por parte del hígado durante una comida para evitar que suba demasiado.
La gente con diabetes tipo 2 tiene cantidades subnormales de GIP, y sus células beta no responden adecuadamente al GLP-1. Esto puede explicar por qué no se suprimen los niveles de glucagón durante una comida.
La buena noticia es que las versiones sintéticas del GLP-1 y la amilina ahora están disponibles como medicinas para controlar el glucagón y el azúcar en sangre posteriores a las comidas en individuos con diabetes tipo 2.
Epinefrina, cortisol y hormona de crecimiento:
La epinefrina, el cortisol y la hormona de crecimiento son otras hormonas que ayudan a mantener los niveles de azúcar en sangre. Ellas, junto con el glucagón (ver arriba) se llaman hormonas del “estrés” o “contrarreguladoras de la glucosa”, lo que significa que hacen que se eleve el azúcar en sangre.
La epinefrina (adrenalina) se libera desde las terminaciones nerviosas y las glándulas adrenales, y actúa directamente sobre el hígado para promover la producción de azúcar (mediante la glucogenólisis). La epinefrina también promueve la descomposición y liberación de los nutrientes de la grasa que viajan hacia el hígado y que se convierten en azúcar y cetonas.
El cortisol es una hormona esteroide también secretada por la glándula adrenal. Hace que las células grasas y de los músculos sean resistentes a la acción de la insulina, y optimiza la producción de glucosa por parte del hígado. En circunstancias normales, el cortisol compensa la acción de la insulina. Bajo condiciones de estrés o si se suministra un cortisol sintético como medicamento (tal como en la terapia con prednisona o inyección de cortisona), los niveles de cortisol se vuelven elevados y usted se vuelve insulinorresistente. Cuando tiene diabetes tipo 2, esto significa que puede necesitar tomar más medicamentos o insulina para mantener su nivel de azúcar en sangre bajo control.
La hormona de crecimiento se libera desde la glándula pituitaria, que es una parte del cerebro. Como el cortisol, la hormona de crecimiento compensa el efecto de la insulina sobre las células grasas y los músculos. Altos niveles de hormona de crecimiento provocan resistencia a la acción de la insulina.
Cuestionario de autoevaluación
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